ADN Runfla

Cristian Ritondo rodeado de maletines de dólares, representación del poder político y acusaciones de corrupción

Por: Liberto Fagundes

La irrupción de Javier Milei en la política argentina es un fenómeno de alcances insospechados. En nuestra joven democracia recuperada, es el primer presidente cuyo pasado casi no lo condena. Y digo «casi» porque alguna cosita mínima puede haber. Milei no es un runfla, y entiéndase que el término runfla no está empleado para descalificar la actividad política.

El presidente puede ser muchas cosas, pero runfla no es. Ser runfla es muy diferente a ser casta, aunque ambas categorías tengan mucho en común.

Casta: El club exclusivo del poder

Quienes pertenecen a la denominada casta política son vistos como los rosqueros tradicionales que hicieron de lo que debería ser un servicio al pueblo, una forma de vida para no encarar otro tipo de trabajos más pesados y peor remunerados. Esto les permite, además, gozar de ciertos privilegios, generalmente establecidos por ellos mismos a partir de su pertenencia a esta casta.

De esta manera, los miembros de la casta se van alejando cada vez más de la realidad de las personas que dicen representar. Si a esto le sumamos que es tradición acomodar a la parentela en puestos estatales y perpetuarse en las cercanías del poder, queda bien perfilado el arquetipo del político argentino que integra esta casta.

Runfla: El violador serial de leyes

El runfla es otra cosa. Es un violador serial de las leyes y las normas. Pertenece a ese mundo paralelo, emparentado con las prácticas mafiosas, dispuesto siempre a burlar la ley que nos cabe al común de los mortales. Es consciente de que sus valores son laxos y, por lo general, mucho menos hipócrita que un miembro de la casta.

El verdadero fenómeno radica en los runflas que se insertan en la política, mimetizados como casta.

Runflas en el Senado y los carpetazos en escena

La semana pasada fuimos testigos de cómo la política argentina está atravesada por los runflas. La detención del senador Kueider en Paraguay desató un feroz cruce de carpetazos entre el oficialismo y sus supuestos aliados del PRO. Muchos comentan que lo de Ritondo es el vuelto por lo de Kueider. Dicen que le buscaron al más runfla de los operadores de Macri para pegar.

Parece imposible pensar que Mauricio no supiese nada acerca de su principal operador en el Congreso. Un hombre que mandó espiar hasta a su hermana y su cuñado. Creer que nunca escuchó nada de Ritondo, sus inversiones y su estilo de vida, es absurdo.

Macri y Milei: ADN distintos

El problema, y aquí está la gran diferencia entre Macri y Milei, es que el propio Mauricio es un runfla, y Milei no. Hijo de Franco, un italiano runfla que amasó fortunas gracias a su vinculación con el poder político, Mauricio tiene ese ADN. Es un runfla pulido, con mejores vínculos y más tiempo como rico, pero con un esquema moral muy parecido al de Ritondo.

El Macri honesto de ojos celestes y sin bigotes lo inventó y patentó Lilita en 2015. A no engañarse: lo condena su pasado y un montón de cosas que no se pueden explicar. Ni que hablar del primo «black» que gobierna la Ciudad y tiene un cementerio en el placard.

Runflas y las fichas limpias

La gente, gracias a los celulares y, sobre todo, a haber aprendido a evaluar la relación entre discurso y acciones, sabe en quién se puede confiar y en quién no.

De ahora en más, cada vez que una sufrida Silvia Lospennato pida la palabra para hablar de «ficha limpia», le van a recordar la poca transparencia de quien preside su bloque. Son las consecuencias de poner runflas en la política.

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